RESEÑA: DOMINGOS POR LA TARDE - CUENTOS BOLIVIANOS DE FÚTBOL
La combativa Editorial El Cuervo cumplió hace poco 8 años de vida en uno de los rubros más difíciles que debe existir alrededor del planeta. Gracias a ellos leímos lo que se está escribiendo ahora mismo más allá de nuestras fronteras e incluso dentro.
La línea editorial de El Cuervo tiene bien dibujado el trazo de sus movimientos, por eso es que goza de un atractivo y surtido catálogo. Aprovechando el aniversario, se lanzaron varios de esos títulos en imperdibles combos con descuentos especiales. La promoción acaba en pocos días, ojo.
¡No pierdan la oportunidad de adherirse a la celebración y compren, compren, compren (y lean, claro)!
A continuación les dejo una vieja reseña (junio de 2014) de Domingos por la tarde (antologado por Ricardo Bajo), libro que forma parte del Combo Entusiasta.
En junio de 1994, Bolivia jugaba su primer Mundial y lo hacía en Chicago, inaugurando el campeonato, frente a la Alemania de Matthäus y Klinsmann. En la banca, el vasco Xavier Azkargorta dirigía a los once que enfrentaban a la entonces campeona.
Han pasado 20 años, en pocos días comienza la Copa del Mundo en Brasil y no tenemos quien nos represente. Pero esa es una verdad a medias. Hace algunas semanas, también de la mano de un vasco, uno muy boliviano, por cierto, tenemos una selección de fútbol y con los mejores nombres que ha dado el país en los últimos años. Domingos por la tarde: cuentos bolivianos de fútbol es el último título del jugoso catálogo de Editorial El Cuervo.
Ricardo Bajo, como mencionamos, a cargo de la selección y prólogo, logró juntar a los consagrados y siempre solventes Edmundo Paz Soldán, Claudio Ferrufino-Coquegniot, Homero Carvalho, Gabriel Chávez, Wilmer Urrelo y Juan Pablo Piñeiro. Entre ellos, además, podemos incluir a la dupla Carlos Mesa- Alfonso Gumucio. También tenemos en la alineación a las revelaciones de las últimas temporadas: Mauricio Murillo, Christian Vera, Brayan Mamani y Liliana Carrillo, por citar algunas.
Y así como celebramos esas convocatorias, seguimos preguntándonos el porqué de algunas incorporaciones. A no exaltarse, que en literatura, como en fútbol, desde las tribunas cualquiera arma un mejor equipo.
Pero hay algunos que hicieron que este match fuera realmente especial.
Mabel Vargas, por ejemplo, con su “Balaya del desamor” y los recuerdos del Chaco, el rito del domingo a la tarde, la vejez, los sueños truncos, el fracaso, la locura del futbolero y la lucidez de saber que por ningún motivo se debe ser hincha del Bolívar.
Casi por el mismo sitio, ahí en la media cancha, Paul Tellería y Brayan Mamani, jugándole a las pichangueadas de fin de semana, sus tragos, sus míseras glorias, sus gloriosas miserias, al inexplicable y siempre presente fuera de juego.
Pasolini decía que en el fútbol los goles eran “momentos exclusivamente poéticos”. En estas páginas, los goleadores, aquellos que nos conmovieron y emocionaron, fueron Christian Vera y Óscar Barbery Suárez.
El primero sin siquiera pisar la cancha, a la distancia, como un fantasma de proporciones descomunales, capaz de envolverlo todo y hacer que no exista nada más allá de lo mágico. “El síndrome Panenka”, es el título del cuento que relata al relator, que cuenta la historia del hombre que un día paró de contar las historias que se tejían sobre el césped porque, al parecer, no había más que decir. Había sido testigo -¿o autor?- de la más grande revelación. En tiempos en los que no queda más que aguantar a Niembros, Cobos y otras despreciables especies, es un placer soñar con otras voces, con otras formas de narrar el fútbol.
Por su parte, el cruceño Barbery Suárez se pone la diez y llena de gambetas las páginas y los minutos. “El efecto Berebén” es una fábula imposible, de esas que solo son realizables en los pies o las plumas de los más talentosos cracks. No voy a decir más, porque no tengo derecho a robarle el placer a nadie.
También podemos hablar de trazos que marcan el rumbo de casi todos los relatos. La fatalidad, el matar o morir, el penal -esencial en el relato que abre el libro-, ese “triángulo de amor bizarro”: Gloria, Azar y Muerte. Esa ruleta rusa tan propia del fútbol nacional, tan “6 a 1 contra Argentina, carajo”, tan “estamos fuera del Mundial”. Ese idilio tormentoso, adolescente, pendular, de “contra nosotros ni Messi” a “selección de inútiles, mierda”. Los padecimientos del balompié, esa enfermedad sañuda y complaciente.
Tifosi, derivación de “tifus”, es como le llaman en Italia al hincha, al barra brava, al delirante del fútbol. Y así como hicieran “Cachín” Antezana, Martín Caparrós, Juan Villoro y quién sabe cuántos más, no somos capaces de hallar otra forma de describirnos, de calzarle un nombre al lector obligado de Domingos por la tarde.
Porque en el fútbol, en estos cuentos, uno enferma febrilmente de gloria, pena, envidia, locura, alcohol, miedo, alegría, venganza y pasión. Este libro es para todos nosotros, los infectos crónicos, los incurables, los desahuciados y condenados a extinguirnos en el fútbol.
No faltan los amigos que un día cualquiera, en alguna intensa divagación etílica, preguntan “¿cómo te gustaría morir?”. Un domingo a la tarde, en el Bermúdez, con la V azulada pegada al pecho. Está claro.
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