ENTREVISTA: PERCY JIMÉNEZ - "TAMAYO" #FITAZ2016

Continuando con la agenda del FITAZ 2016 esta noche se presenta la suculenta Tamayo del elenco nacional Textos Que Migran. Quizás una de las obras más importantes que se han estrenado en el último tiempo en nuestro país. Es decir, hay una cita imperdible con las tablas. 

Encuentran los detalles de las presentaciones aquí:


A continuación comparto una conversa bastante sustanciosa con el director, el orureño Percy Jiménez. 

Además, en este link pueden revisar otro acercamiento a Tamayo y sus alcances.

Percy Jiménez: “Somos muy ignorantes de nuestra historia”

Según Derrida, “el espectro es una incorporación paradójica, cierta forma fenoménica y carnal del espíritu. El espectro se convierte más bien en cierta cosa difícil de nombrar, ni alma ni cuerpo, y una y otra. Son la carne y la fenomenalidad las que dan al espíritu su aparición espectral, aparición que es, en realidad, una reaparición, ya que por definición el espectro es un continuo retorno y por tanto un constante asedio”. Este es el concepto del que parten en el elenco Textos que Migran para acercarse a la compleja figura de Franz Tamayo. Son, también, precisiones en torno a las que giran el arte gráfico, el montaje y la dramaturgia del trabajo que le dedican al intelectual paceño.

Dirigida por Percy Jiménez (Oruro, 1969), Tamayo es la tercera parte de una trilogía, iniciada en 2011 con la obra Los B, que lleva por título Apolíticas consideraciones sobre el nacionalismo. Acercamientos históricos que, desde el teatro y asumiendo la migración como criterio estético, intentan volcar nuestras miradas sobre lo que somos y el cómo llegamos a serlo, siempre partiendo del hecho artístico. Como ellos mismos dirían, de lo que se trata es de “proponer una revisión poética a nuestra historia, como un camino para establecer el dialogo entre la Historia Universal y el lugar que ocupamos en ella”.



Para más información pueden buscar sus páginas oficiales en Facebook o Twitter.

-Los volúmenes de Apolíticas consideraciones sobre el nacionalismo que anteceden esta obra, aunque no se puedan precisar momentos históricos concretos, evocan la fundación de la república (Shakespeare de Charcas) y a los periodos que se inician con la revolución del 52 (Los B). Tamayo vivió precisamente ese lapso de tiempo y, aunque sus ideas, en su momento, no marcaron al país con la fuerza de otras corrientes de pensamiento, su figura permeó el imaginario nacional incluso hasta nuestros años. ¿Son estas cualidades, que hacen del paceño una especie de entidad volátil y atemporal, las que le guiaron al momento elegirlo como puente entre las dos primeras partes de la trilogía?

Es posible que así sea. Pero, en realidad, el criterio madre de todo es la migración, es por él que elegimos personajes y momentos. Por ejemplo, en Los B, la migración se establece entre Thomas Mann y su novela Los Buddenbrook y los años 85-95 del siglo pasado en nuestro pais. Ahí la migración consiste en hacer que los personajes de la novela, ambientada en Alemania entre 1850 y 1900, se trasladen a una realidad como la nuestra, un siglo después. Con Shakepeare de Charcas ocurre lo mismo, migra Ricardo III (de la tragedia shakespeariana) a Charcas y se convierte en Olañeta. Con Tamayo es un poco diferente, pero básicamente es el mismo concepto. Tal vez no haya una migración ni temporal ni territorial, como en los otros dos casos, pero sí se produce una migración en el formato. Es decir, migramos de la poesía, la pedagogía, la política y la filosofía, al teatro.

-Desde su nacimiento, el sino de Tamayo también estuvo marcado por la violencia social y el desmembramiento geográfico del país. ¿Cuánto habrá influido ese halo trágico sobre la mirada del pensador y poeta?

Desde mi punto de vista, es determinante. Según lo que yo entiendo, este halo trágico lo persiguió toda su vida y puedo arriesgarme a decir que Tamayo construyó su vida según él. Podría decirse, entonces, que Tamayo construyó su propia tragedia.

-¿Ahora, más allá de explorar el ser boliviano y su devenir, la gran apuesta de Tamayo radica, también, en replantear la forma en la que miramos y nos vinculamos a la historia, ya no sólo local, sino universal?

Exactamente, pero no sólo Tamayo, sino de las dos obras anteriores también. Para mí es replantear el vínculo con la historia y removerlo desde los fundamentos. Lamentablemente, en nuestro país, somos muy ignorantes de nuestra historia y eso implica que no tengamos un lugar desde donde generar un puente con la historia universal. Eso es muy grave, estar fuera de la historia es una gran falta -en terminos psicoanalíticos- en la construcción de nuestro ser.



-Decidió situar las acciones de Tamayo a partir de un momento histórico muy puntual, la matanza de 11 opositores al régimen de Villarroel y Radepa. ¿Cuán difícil resultó tejer alrededor de éste hecho la reflexión histórica que propone?

En realidad no fue muy difícil, ya que Tamayo dejó gran parte del camino hecho. Me refiero a su libro Tamayo rinde cuentas. En ese libro, él da una explicación de su accionar en ese momento. Sin embargo, lo interesante está en que, a la vez de brindar una explicación, justamente, elude hacerlo. Esa es la fisura por donde se construye la obra. ¿Por qué Tamayo aceptó la diputación por La Paz -después de 10 años fuera de la política?-, y ¿por qué aceptó al invitación de Villarroel para ser presidente de la Asamblea? Esas son las preguntas-premisas en la escritura de la obra. En ese sentido, creo que nos metemos en la psicología del personaje en ese momento. Por eso decimos que nuestro Tamayo, no es el de la historia, sino que está en la historia.

-Luego del proceso de investigación que demandó la obra, montó con sus actores un laboratorio escénico, antes de escribir el texto final. ¿Cuánto y desde qué ámbitos aportaron a la constitución final de Tamayo?

Fue determinante, una fase muy importante, pues allí fue donde comenzamos a poner sobre la escena las provocaciones que Tamayo nos lanzaba durante el periodo de investigación. Casi todo el material que salió de aquel laboratorio está utilizado de alguna u otra manera en la puesta final. Sin embargo, en el laboratorio nunca hablamos de Tamayo, sino que nos adentramos en ese mundo casi exclusivamente masculino. Masculino y trágico. A partir de esos criterios improvisábamos pequeñas escenas.

-El arte gráfico y audiovisual que acompaña la promoción de la obra refleja una intención manifiesta de experimentación. ¿Debemos esperar lo mismo de la puesta en escena?

Absolutamente. Para mí, la gráfica de una obra es ya la obra. No podemos separar la gráfica del resto de cosas de la puesta. Hay un criterio muy claro en el trabajo y es el de la anacronía, por tanto del Espectro (siguiendo a Derrida), ese es el concepto que ha guiado tanto la escritura, la puesta, la grafica, el audiovisual, la música, etc.


-Sabemos que la siguiente fase, ya concluida la trilogía en escena, es la publicación de material bibliográfico en el que se incluirían no sólo la dramaturgia, sino material referido a todos los ámbitos del hecho teatral, incluido el investigativo. ¿En qué tiempo tienen proyectado concretar esta intención?

Ahora estamos en la fase de gestión de la publicación. Nuestro interés es que sea un libro en el que quién lo lea no solo encuentre las inquietudes que lanzan los textos de las obras, sino que también pueda acceder a los cuestionamientos de la producción de una obra de teatro en nuestro pais. El plan es tener publicado el libro antes de salir de gira por el interior. Esto es finales de junio, principios de julio.

-Para cerrar. Si bien esta trilogía ha sido bien recibida por el público y es fundamental a la hora de repensar la bolivianidad en estos tiempos, ¿no tiene un marcado velo centralista o “andinocéntrico”, aunque, obviamente, no es un hecho intencional y responde a las condiciones impuestas desde la misma historia nacional?. Ahora bien, dadas las condiciones actuales, ¿se siente tentado de volcar la mirada hacia el oriente boliviano?

Mira, creo que uno no puede escapar de sí mismo. Gran parte de mi vida la he vivido en este paisaje. Soy un hijo del altiplano, nací en Oruro y me formé en La Paz. No puedo mirar desde otro punto de vista e incluso, aun cuando me pusiera a hablar del oriente, lo haría, a pesar mío, desde el altiplano. Lo interesante es que surja una diversidad de miradas en torno a nuestra historia: de oriente a occidente, de sur a norte. Es justamente en la diferencia donde podemos encontrar algo que nos una.

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