Mi último post estuvo dedicado a Camila Urioste, Premio Nacional de Novela 2017. Lo que algunos no saben es que detrás de ese galardón, hay una veta de poesía y dramaturgia riquísima. Y es que la escritura de la paceña ya tiene un largo recorrido, cuyos pasos se contonean entre una espontaneidad y un rigor que inevitablemente dejan al lector/espectador también pendulando entre el deslumbramiento y la duda. El Pacto, montada por Fernando Arze, quizás sea uno de los ejemplos emblemáticos en una literatura que no deja de seducir. Para continuar el hilo, les comparto una reseña, de hace un buen tiempo atrás, sobre esta última obra. El amor, ¿un pacto? ¿una batalla? En 1921, Otto Loewi brinda la primera prueba experimental de la mediación química en la transmisión del impulso eléctrico de una neurona a un órgano efector. Fue el primer paso de la ciencia para identificar y estudiar la importancia de los neurotransmisores en el funcionamiento del ser humano. Cuentan que Loewi soñó...
RECORDAR PARA NO MORIR Mijail Miranda Zapata En 1985 Víctor Paz Estenssoro se dirigía a los bolivianos con aquella frase inolvidable “Bolivia se nos muere”. Era cierto, pero era sólo una de las tantas “Bolivias” posibles -la más visible, la oficial- la que agonizaba. Tuvieron que pasar casi dos décadas para que aquel vaticinio se repitiera. En octubre de 2003 una vieja Bolivia, ya arrugada y maltrecha de tanto oprobio y desesperanza, se doblegaba ante el aluvión rebelde, no sin antes arreciar la guadaña contra aquella vida que se sublevaba. En 2012 el periodista Boris Miranda (La Paz, 1984) nos sorprendía con La mañana después de la guerra (Editorial El Cuervo) , una reveladora recopilación de crónicas que escarba aquel complejo 2008 –con su toma de instituciones, persecuciones, terroristas, contraespionaje y masacres-, uno de los años más tensos de nuestra historia inmediata. Siguiendo esta ruta retrospectiva el paceño presentó hace algunas semanas su segundo ...
“Érase una chica”: ensayos sobre la evanescencia “Cuento los segundos importantes, los segundos en que sucede o va a suceder algo radical”, explica Genoveva. 98 de esos segundos corresponden al tiempo en el que al medio día, nuestras sombras desaparecen, dejándonos solos y suspendidos en un limbo de vértigo y felicidad. Este descubrimiento, esta manía por el detalle y su trascendencia, son los que dan pie a la última novela de la escritora cruceña Giovanna Rivero (Montero, 1972). El relato de 98 segundos sin sombra ( Editorial El Cuervo , 2016) se construye sobre una sola voz, sostenida página a página con gran consistencia y vigor. Rivero la consigue moldear con tal naturalidad que bien podríamos citar a Samuel Johnson, al referirse a la prosa de John Dryden: “Diríase que cada palabra cae al azar, aunque siempre cae en el lugar debido”. Esta cualidad, en el desarrollo de la narración, encaja perfectamente con el tono de la joven protagonista, de mente y emociones ági...
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