RESEÑA: JINGULBER - TÍTERES PARALAMANO (#FITCRUZ2015)
MICROCOSMOS RESTRINGIDO
Mijail Miranda Zapata
Juan Rodríguez, director de Paralamano, es uno de los representantes más importantes del teatro de títeres en nuestro país. Cuenta para sí varias participaciones en el Peter Travesí y en esta versión retorna con uno de sus obras más enigmáticas y de mayor compromiso social.
Valiéndose de elementos rústicos y cotidianos, el elenco chuquisaqueño
construye una estética de lo elemental, encuentra belleza en accesorios que la
mayoría desecharía. No es solamente un recurso artístico, es la coherencia
discursiva como estandarte, la convicción de que las formas y los productos de
la creación también deben ser protesta y propuesta. Si hay algo que aplaudir en Jingulber, es precisamente esa
fidelidad con ciertos ideales, que no se desvanece en el camino de la
innovación.
Esa seguridad respecto a lo que se quiere contar y cómo se piensa
hacerlo, combinada a un gran despliegue en la técnica de manipulación de los
muñecos y una interacción casi mágica entre todos los materiales que componen
el hecho teatral de títeres, consiguen sintetizar un microcosmos que irradia,
hacia el público, un encantamiento que lo hace cómplice.
No se le podrá reclamar a Rodríguez, entonces, nada en cuanto el oficio de
titiritero y su capacidad de acercar este género teatral, en nuestro medio tan
encasillado dentro lo infantil, al público adulto; provocando en ellos el mismo efecto que en
los niños: ilusión.
Pero sí, podría apuntarse, vaguedad e inconsistencia en el argumento que
plantea. La estructura fragmentada de su narración, además, no parece
engarzarse entre sus partes y yerra el camino en varios tramos, por largos
minutos. La navidad, se nos advierte, a este lado del orbe, entre los más, esos
que tienen menos, es mezquina. Hay una tendencia hacia la denuncia fácil, la victimización y
la desesperanza.
Y no es que nos gusten los finales felices, o que estemos malacostumbrados
a la estructura aristotélica y, mucho menos, que estemos cansados de las obras
con contenido social. Más bien, creemos en la necesidad de artistas que se
comprometan con el pueblo. Pero -para no caer en el “panfletarismo” o en el paternalismo, más peligroso aún- esos mismos artistas deben tener mayor rigor
creativo, más amplitud de entendimiento, menos consigna y más reflexión. Romper
con los viejos guiones y calzarse nuevos anteojos: mirar más allá de lo evidente.
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